Hablar del pato Donald es hablar del mundo cotidiano -el del deseo, el hambre, la alegría, las pasiones, la tristeza, el amor. en el que se resuelve la vida concreta de los hombres. Y es esa vida concreta -la manera de estar en el mundo- la que debe cambiar un proceso revolucionario. Sólo la construcción de otra cultura otorga sentido a la imprescindible destrucción del ordenamiento capitalista, porque al fin y al cabo -como repetía Ernesto Guevara- la revolución no se justifica simplemente por distribuir más alimento a más gente. Llavado al límite (y si se descartan esquemas teo-teleológicos), bien podría preguntarse para qué luchar por dar de comer a los hombres si no es para lanzarlos a imaginar un mundo de infinitas potencias.
Donald y la política, Héctor Schmucler, en Para leer al pato Donald, ARIEL DORFMAN y ARMAND MATTELART, Siglo XXI.
1 comentario:
jajajaj LO VI HOY
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