Hace tiempo los ancianos eran fuente de sabiduría y poder. Sin capacidad de trabajar podían dedicar todo su tiempo a comunicarse con Dios. No se los obligaba a sentirse inútiles, molestos. No se los obligaba a recordar con tristeza su vida pasada, a sentir que poco importa todo lo que hayan hecho, lo que hayan logrado en su vida, ahora están acá encerrados en un asilo deseando morir pronto. No importa que, como José, hayan estado cincuenta años enseñando.
jueves, mayo 24
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario